6 de octubre de 2006

2ª parte.

Día28. Sonnambula. Me había quedado con ganas de escuchar una Sonnambula con una soprano más solvente que la de Bilbao y está solventado. Massis cantó un Ah, non credea mirarti maravilloso y,en general, estuvo a un altísimo nivel y redondeo la noche de Flórez, que volvió a dar muestras de que su Elvino no tiene comparación, sólo veo a Schipa como rival. Cada intención del personaje era matizada con las típicas armas de Flórez, fraseo, canto legato, fiato y un encanto personale que convencieron hasta a Oren, que dejo la batuta tras la gran escena de Elvino (Tutto è sciolto...ah, perche non posso odiarti) y aplaudió como uno más de los enfervorecidos miembros del público.
La producción tenía sus chorradillas, pero no estaba mal y no molestaba a los intérpretes. Coro y orquesta más que aceptables, aunque Oren iba un poco a su bola.
día29. Mª Stuarda...o eso decían en los carteles, porque un señor de cuyo nombre no quiero acordarme decidió que la idea, hasta posible buena, de hacer de la ópera una especie de "¿qué fue de B.Jane?"(o como sea), perjudicase de tal modo el original que lo hiciese irreconocible. Las dos reinas eran aquí dos hermanas locas, una de ellas inválida, que vivían en un mundo atemporal (ellas a su bola, unos vestidos del XXI, el coro de victoriano...) en el que Leicester era una especie de mayordomo que, tan pronto, les servía de camarero como de electricista. Entre las genialidades del tal personaje puedo citar que parecía tener un especial interés en dificultar al tenor, un enorme Bros, el canto. Tenía que cantar tirando dardos o, ya el colmo, levantando a pulso a la "inválida" Mosuc y sentarla en su silla de ruedas sin, por supuesto, dejar de cantar. Pero el "top horror" fue que, en el enfrentamiento entre mezzo y soprano, le hizo a Mosuc, justo antes del "Figlia impura di Bolenna", colocarse una "corona" que no era otra cosa que unos cuernos dorados que competían con la cortina y la lámpara que como corona traía la mezzo. Así las sonrisas o risas destrozaron toda la escena, una de las de más fuerza dramática de la historia operística belcantista.
Eso sí, si cerrabamos los ojos, el nivel fue altísimo. Al bello canto habitual de Bros se unió una Mosuc de pianissimi fabulosos y un reparto competente, junto con un gran coro y un director musical sensible.

Por último destacar que, al contrario de lo que yo pensaba, el público alemán tiene poco de frío. Si el 28 las ovaciones (standing ovation incluída) para los intérpretes les hicieron saludar una y otra vez o volver a escena a Flórez tras su gran escena; el 29 la recompensa no fue menor, unida a un abucheo tremendo (para los de Oviedo, comparable al de aquel trovatore) para el joven director de escena.
Aquí parte de los abucheso cuando salió a saludar.http://rapidshare.de/files/35737684/boo.mp3.html

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