15 de mayo de 2005

Mi opinión sobre "La sonnambula" en Bilbao.

Debutaba en el papel protagonista la americana del norte Mary Dunleavy, que en el ensayo había estado más callada que yo en mis mejores tiempos en los controles orales del colegio. Ciertamente es una cantante sabia, mejor callar cuando hay poco que decir. Los sobreagudos son aún desconocidos para ella y, claro, en esta ópera... Además hizo una Amina indiferente a su situación, fuese dormida o sonámbula. Si apunto algunos detalles bonitos antes de la traca final y, quizás, con confianza, mejore en futuras representaciones.

Todo lo contrario a esta demostró el también americano, aunque del sur, tenor que encarnó a Elvino. Juan Diego Flórez hizo de su Elvino el triunfador de la noche. Su capacidad para transmitir los diferentes cambios de ánimo de su personaje se unieron a las portentosas capacidades para el belcanto ya conocidas y reconocidas por casi todos, que se plasmaron especialmente en el "Tutto è sciolto...Ah!, perchè non posso odiarti" con algunas de las más bellas frases belcantistas que yo he escuchado en mi vida. El público le otrogo una merecida ovación, aunque corta a mi entender. (Cierto que no soy todo lo objetivo que debiera.)

Ildar Abdrazakov cantó bien su aria y con eso ya hizo bastante, que su personaje no da para mucho más.
La jovencísima Marianelli, 19 años, encantó a casi todo el mundo y será un nombre a seguir. El papel de Lisa no es fácil y lo saco adelante con gran entereza. Ernesto Palacio no pierde su buen ojo.

Coro y orquesta en buena línea. La dirección de Frizza plegada a los cantantes, cosa que tantas veces se añora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Crítica del DEIA

Fiesta de la vocalidad

J. A. Z.

LOS ¡BRAVOS! más entusiastas y hasta exagerados surgieron al concluir Juan Diego Flórez la cabaletta ??Perché non posso odiarti??, arrancados sin duda por el agudo. Pero en esta afortunada interpretación de ??La Sonnambula?? hubo números no menos merecedores de ese honor. No porque la citada cabaletta no los mereciera, sino porque lo más positivo de la representación fue el hacer ??total?? del tenor peruano, emparejado por una valiosa Mary Dunleavy y flanqueado por el resto del reparto, del que los dos debutantes en Bilbao, Ildar Adbrazakov y Alessandra Marianelli, dejaron la mejor garantía para nuevas intervenciones.

En estos tiempos de crisis en los que los ??tenori di grazia?? son menos que contados es normal que un cantante de la magnitud de Flórez suscite pasiones desbocadas. Pero no debe ser sólo por el agudo accidental, sino por la calidad de su interpretación musical, la linea sabia de emisión, la justeza de los ataques, la belleza del legato, la agilidad expresiva de la coloratura, el saber actuar en dúo y en conjunto: en fin, por la lista amplia de virtudes, incluida la presencia y prestancia escénica, que desplegó a lo largo de toda la noche.

Fiesta de la vocalidad, como corresponde a una obra como ??La Sonnambula??, en la que la debutante Mary Dunleavy acabó convenciendo -a pesar de algunas muestras cambiantes de color en el primer acto- con una interpretación compacta del último tramo de la obra, donde supera las dificultosas cotas técnicas y vocales. Bien emparejada en sus dúos con Flórez y en el resto, tal vez se eche de menos en su interpretación un grado mayor de lirismo que pueda contrarrestar con los momentos de leve dramaticidad que indica la música. Una soprano, no obstante, de relieve incontestable.

Antes de seguir adelante en esta gala del canto, puede anotarse que la batuta de Riccardo Frizza fue una eficaz controladora y colaboradora, con dominio de escena (incluidos instantes en que el coro hacía amago de escapar) y del foso, ocupado por la pamplonesa Santa Cecilia , que dio el debido cuerpo a la levísima escritura orquestal belliniana.

La actuación de Ildar Adbrazakov como ??Rodolfo?? en esta obra remitió al público a lamentar que este bajo tuviera que cancelar su papel estelar en aquel ??Maometto II?? de enero, ¡otra gracia hubiera tenido la ópera! Ahora dio una lección de canto bien expuesto yligado, con timbre noble y con una apostura vocal en consonancia con la dignidad del personaje (a pesar de su dudosa moral). Al ??estreno bilbaino??de Adbrazakov se suma el de la jovencísima Alessandra Marianelli, que a sus 19 años demuestra una seguridad musical y escénica envidiables. Se dijo en la presentación que esta joven dará mucho que hablar en el futuro. Ya ahora convence y se lleva al público en sus intervenciones a solo y en compañía. Emilia Boteva, intachable profesional, muestra su buen hacer en el recitativo compartido con ??Amina?? y en todos los números de conjunto. Y Mario Moncloa es un buen secundario en este bien ajustado reparto.

El Coro de Ópera de Bilbao se lució tanto en su amplio cometido coral como escénico. En este apartado, debe apuntarse que la puesta en escena va en consonancia con el carácter de la obra. Sencilla,ordenada en cuando a volúmenes humanos. El estatismo del dramita se acentúa poniendo en punto muerto a los coros, que secundan con solvencia a los figurantes en ese parón de instantánea fotográfica que plastifica los movimientos . Hay también adornos de pastelería, como la luz encarnada (¿símbolo de pasión?) que ilumina la puerta en la primera entrada de Elvino, o el montaje de bombillitas que desciende para enmarcar el dúo ??Prendi, l?anel ti dono??. Todo entra, con gracia, en el aro.


Saludos

L