11 de diciembre de 2005

Una entrevista con el polémico Bieito.

Que está preparando "su" Wozzeck en Barcelona.

http://www.abc.es/abc/pg051211/prensa/noticias/Espectaculos/Musica/200512/11/NAC-ESP-098.asp

-¿Hacia dónde apunta su visión de «Wozzeck»?

-Va hacia la explotación del hombre por el hombre. Es un personaje que evoluciona de ser un pobre hombre a un hombre loco, porque en la primera escena no está enfermo cuando afirma que «los pobres no tenemos moral». Esto se pone de manifiesto cada vez más en nuestras vidas porque hemos optado por un sistema que, desgraciadamente, explota a la gente. Y aquí está la lucha. Este sistema lo hemos creado nosotros, pero luchamos para no ser explotados, y la cultura es una forma de salvación. No se trata de establecer un discurso anticapitalista, sino de hablar de la esencia misma del hombre, porque también necesitamos destruir. Es terrible comprobar esto, que necesitamos contaminar a otros para demostrar nuestro poder. Wozzeck mata a Marie, porque él es una víctima.

-¿Y qué pasa con la moral de Marie?

-Eso es importante, porque aquí interviene un tema emocional. Él está perdiendo incluso a su mujer, a la madre de su hijo. Ella se arrepiente de ponerle los cuernos, pero el tema de la fidelidad no me interesa desde un punto de vista moral, porque la religión hoy está absolutamente desfasada y muy fuera de mi interés. Me interesa la sociedad y la lealtad.

-¿Mantiene la lucha de clases de la obra original?

-Por supuesto, es fundamental. Seguimos viviendo en una sociedad en la que hay mucha pobreza y que se mueve por intereses económicos. Y la gente que no tiene dinero quema coches, porque ya le es igual que le metan un tiro por la calle. Pero insisto en que la pobreza no es la única razón de la violencia, porque ésta también es propia del ser humano. Vivimos un momento económicamente muy agresivo y la sociedad del bienestar del que forma parte el mundo de la ópera es lo que parece que hay que salvar a costa de quien sea. Y no queremos perder lo que tenemos. Por eso, en cuanto hay algún cambio plástico o estético, hay crisis, porque se crea inseguridad. Mi denuncia no hace falta explicitarla, porque está en mi manera de trabajar y de ver la vida. Pero también me encanta el «show-bussines». En todo caso no niego mi compromiso: soy republicano y federalista, algo que hace años vengo diciendo sin problemas, porque puedo hacerlo: estoy en un país con libertad de expresión y pago mis impuestos.

-¿Está preparando un mozart para el próximo año?

-No. Lo único que tengo es mi «Don Giovanni», que está todavía en Alemania y que volverá al Liceo en 2008.

-¿Qué proyectos operísticos tiene?

-Voy a montar «Lulu» en Basilea en 2008. Todavía no la conozco tan bien como «Wozzeck», pero me atrae eso de que esté inacabada. También voy a hacer una nueva producción de «Wozzeck» en Hannover, ahora, en unos meses. El 2006 hago «Don Carlo» en Basilea y en España sólo tengo este «Wozzeck» en el Liceo, que el 2007 se verá en el Teatro Real. También estará girando mi «Barberillo de Lavapiés». Tengo muchos proyectos, como mi primer Wagner en Stuttgart: «El Holandés errante»; más tarde hago «Tannhäuser». Y para después me dan barra libre. Me interesa mucho «Desde la casa de los muertos», de Jánacek, y también «Lady Macbeth», de Shostakovich. Y hay un proyecto para la capitalidad cultural europea de Statvanger (Noruega), para 2009, donde probablemente pueda dirigir una ópera en estreno absoluto.

-El Liceo ha programado «Wozzeck» dentro del abono después de que su «Don Giovanni» estuviera fuera.

-Me es igual. No me significa nada especial, aunque no niego que al principio me extrañó. He vuelto al abono y me siento igual. Yo me tengo que alejar de todo esto.

-¿Cómo consigue que los cantantes accedan a todos sus requerimientos?

-Todo se basa en la disciplina. Hay que ver qué es lo que realmente pueden hacer dentro de un clima de libertad, de generosidad y de disciplina. Se les pide que jueguen con su cuerpo. Yo soy muy autocrítico y si veo que algo no funciona por un error mío lo intento subsanar. En Alemania se creían que yo era un borracho y que en los ensayos bebía cerveza y escupía al suelo. Esta manera de trabajar no la censuro, pero no es la mía. Mi modo es bastante apasionado, desprendido, me implico emocionalmente, y mucho, tanto que me afecta si no contacto con un cantante. Pero lo más importante en un director es que debe activar, no desactivar negando opciones; tiene que decir claramente lo que quiere, no lo que no quiere.

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